lunes, 18 de enero de 2010

DECLARACION SOBRE LA VIOLENCIA


"Los humanos han nacido para vivir, como si vivir y amar fueran la misma cosa. El afecto es una necesidad fundamental, es la necesidad que nos hace humanos. De ahí que una persona que no haya sido 'humanizada' durante los seis primeros años de su vida padezca un proceso de deshumanización que les lleva hacia comportamientos destructivos, aprendidos en un intento desordenado y equivocado de adaptarse a un mundo también desordenado y provocador de tensiones. De estos desórdenes surgen toda la agresividad y los enfrentamientos violentos, tanto a escala individual como colectiva"
Ashley Montagu (El mito de la violencia humana)



En el año 1986, en una reunión de la UNESCO en Sevilla, España, con motivo del Año Internacional de la Paz, 19 científicos procedentes de India, Finlandia, España, México, Estados Unidos, Kuwait, Reino Unido, Alemania, Rusia, Australia, Polonia y Kenya.
Pertenecientes a diferentes ramas de las ciencias tales como la Neurofisiología, Psicología, Etología, Psicología Social, Antropología Fïsica, Psiquiatría, Bioquímica, Psicobiología, Comportamiento Animal, Antropología biológica, Psicología política, Sociología.

Firmaron la siguiente (1) :



DECLARACION SOBRE LA VIOLENCIA


En la creencia que es nuestra responsabilidad manifestarnos desde nuestras disciplinas sobre las más peligrosas y destructivas actividades de la especie, violencia y guerra; reconociendo que la ciencia es un producto cultural que no puede ser definido ni abarcarlo todo; y agradeciendo el apoyo a las autoridades sevillanas y de los representantes de la Comisión española de la UNESCO; nosotros los abajo firmantes, científicos de todo el mundo y especialistas de ciencias relevantes nos hemos reunido y llegado a la siguiente Declaración sobre la Violencia. En ella ponemos en tela de juicio cierto número de pretendidos hallazgos biológicos empleados, incluso, por algunos en nuestras disciplinas, para justificar la violencia y la guerra. Dado que estos supuestos hallazgos han contribuido a una atmósfera de pesimismo en nuestros días, proponemos que este rechazo abienrto y meditado de tales errores contribuya significativamente al Año Internacional de la Paz.


El uso incorrecto de teorías científicas y datos como justificación de la violencia y de la guerra no es nuevo, pero tienen lugar desde el advenimiento de la ciencia moderna. Por ejemplo, la teoría de la evolución se ha empleado para justificar no sólo la guerra, sino también el genocidio, el colonialismo, y la supresión de los más débiles.

Formulamos nuestra proposición en forma de cinco propuestas. Somos conscientes de que existen otros muchos temas sobre la violencia y la guerra a los que podría aplicarse fructíferamente el punto de vista de nuestras disciplinas, pero nos limitamos aquí a lo que consideramos como el paso primero y más importante.

ES CIENTIFICAMENTE INCORRECTO decir que hemos heredado de nuestros antepasados animales la tendencia a hacer la guerra. Aunque las luchas son frecuentes en todas las especies animales, pocos casos de destrucción entre especies de grupos organizados son conocidos y, ninguno incluye el uso de instrumentos preparados como armas. El que los depredadores se alimenten normalmente de otras especies no pude ser equiparado a la violencia en las especies. La guerra es un fenómeno humano peculiar y no sucede entre los demás animales.

El hecho de que la guerra haya cambiado tan radicalmente con el correr del tiempo, indica que es un producto de la cultura. Su conexión biológica tiene lugar, esencialmente, a través del lenguaje, que posibilita la coordinación de los grupos, la transmisión de la tecnología y el uso de herramientas. La guerra es biológicamente posible, pero no inevitable, como evidencian sus variaciones en el tiempo y en el espacio. Existen culturas que no han entablado guerras durante cientos de años y existen otras que han entablado luchas frecuentes en una épocas y no en otras.


ES CIENTIFICAMENTE INCORRECTO decir que la guerra o cualquier otro comportamiento violento se encuentran genéticamente programados en nuestra naturaleza humana. Mientras que los genes afectan a todos los niveles de la función del sistema nervisos, proporcionan un potencial de desarrollo que sólo puede ser actualizado conjuntamente por el medio ambiente ecológico y social. Mientras que en el individuo varía su predisposición a ser afectado por su experiencia, es la interacción entre su don genético y las condiciones de crianza la que determinan su personalidad. Excepto en los casos de raras patologías, los genes no producen individuos necesariamente predispuestos a la violencia. Tampoco determinan lo contrario. Aunque los genes están implicados entre si para establecer nuestras capacidades de comportamiento, no determinan los resultados por si mismos.

ES CIENTIFICAMENTE INCORRECTO decir que en el curso de la evolución humana ha habido una selección de comportamiento agresivo en mayor medida que otros comportamientos. En todas las especies bien estudiadas, el status dentro del grupo se consigue con la aptitud para cooperar y cumplir funciones sociales relevantes para la estructura de dicho grupo.
El "predominio" implica vinculos sociales y afiliaciones; no es simplemente un asunto de posesión y uso de mayor fuerza física, aunque implica comportamientos agresivos. Allí donde la selección genética para un comportamiento agresivo se ha impuesto artificialmente en los animales, rápidamente ha producido individuos hiper-agresivos; esto indica que la agresión no fué seleccionada al máximo en condiciones naturales.
Cuando tales animales hiper-agresivos, creados experimentalmente, se encuentran en un grupo social, o bien trastornan su estructura social o bien son arrojados fuera del mismo. La violencia no está en nuestro legado evolutivo ni en nuestros genes.

ES CIENTIFICAMENTE INCORRECTO decir que los humanos posean un "cerebro violento". Mientras que tenemos el sistema nervioso capaz de actuar violentamente, éste no es automáticamente activado por estímulos externos o internos. Como los primates superiores, pero a diferencia de otros animales, nuestros procesos nerviosos superiores, filtran tales estímulos antes de que sean realizados. No existe nada en nuestra neurofisiología que nos obligue a reaccionar violentamente.


ES CIENTIFICAMENTE INCORRECTO decir que la guerra tiene su orígen en el 'instinto' o en cualquier otra motivación simple. La aparición de la guerra moderna ha supuesto un recorrido a partir de la primacía de factores emocionales y motivacionales -a veces llamados "instintos"- hasta la primacía de los factores cognoscitivos. La guerra moderna implica el uso institucional de caracaterísticas personales, tales como obediencia, sugestibilidad o idealismo, técnicas sociales como el lenguaje, y consideraciones racionales como cálculos de costo, planificación y proceso de información. La tecnología de la guerra moderna ha exagerado rasgos asociados con la violencia, tanto en la formación de combatientes como en la preparación del apoyo a la guerra entre la población en general. Como resultado de esta exageración, tales características, con frecuencia se interpretan como causas y no como consecuencias del proceso.


Concluímos diciendo que la biología no condena a la humanidad a la guerra, y que la humanidad puede liberarse de la esclavitud del pesimismo biológico y equiparse con la confianza ahora necesaria para realizar las tareas de transformación necesarias en este Año Internacional de la Paz y en los años venideros. Aunque estas tareas son principalmente institucionales y colectivas, también se basan en la conciencia de los participantes individuales, para los que pesimismo y optimismo son factores esenciales. Así como "las guerras nacen en la mente de los hombres", la paz comienza también en nuestras mentes. La misma especie que inventó la guerra es capaz de inventar la paz. La responsabilidad es de cada uno de nosotros.

Sevilla, 16 de mayo de 1986



LISTA DE CIENTIFICOS FIRMANTES


DAVID ADAMS, Psicología, Wesleyan University, Middletown (CT), EU. S.A. Barnett, Etología. The Australian National University, Canberra, Australia.

N.P.BETCHEREVA, Neurofisiología, Instituto de Medicina Experimental de la Academia de Ciencias Médicas de la URSS, Leningrado, URSS.

BONNIE FRANK CARTER, Psicología, Albert Einstein Medical Center, Filadelfia (PA), EU.

JOSE M. RODRIGUEZ DELGADO, Neurofisiología, Centro de estudios neurobiológicos, Madrid, España

ANDRZEJ ELIASZ, Individual Differences Psychology. Academia Polaca de Ciencias, Varsovia, Polonia.

SANTIAGO GENOVES, Antropología biológica, instituto de Estudios Antropológicos, Méjico D.F., Méjico.

JOSE LUIS DIAZ, Etología, Instituto Mexicano de Psiquiatría, Méjico D.F. Méjico.

BENSON E. GINSBURG, Genéticas del COmportamiento, Universidad de Conecticut, Storr (CT), EU.

JO GROEBEL, Psicología Social, Errziehungswissens- chaftliche Hochshule, Landau, RFA.

SAMIR-KUMAR GHOSH, SOciología, Instituto Indio de Ciencias Humanas, Calcuta, India.

ROBERT HINDE, COmportamiento Animal, Universidad de Cambridge, RU.

RICHARD E. LEAKEY, Antropología Física, Museo Nacional de Kenya, Nairobi, Kenya.

TAH H. MALASI, pSIQUIATRÍA, UNIVERSIDAD DE Kuwait

J.MARTIN RAMIREZ, Psicobiología, Universidad de Sevilla, España.

FEDERICO MAYOR ZARAGOZA, Bioquímica, Universidad Autónoma, Madrid, España.

DIANA L. MENDOZA, Etiología, Universidad de Sevilla, España.

ASHIS NANDY, Psicología Política, Centro de Estudios de las Sociedades en Desarrollo, Delhi, India.

JOHN PAUL SCOTT, Comportamiento Animal, Bowling Green State University, Bowling Green (OH), EU.

RIITTA WALSTROM, Psicología, Universidad de Jyväskylä, Finlandia.

Original inglés: Traducción de la Comisión Española.


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Notas:

(1) Información extraída de Recuperando Textos de Casilda Rodrigáñez Bustos.