viernes, 30 de abril de 2010

Alienación de la Afección



"La influencia del medio ambiente parece ser impreso en la estructura del cerebro, el cual a su turno, moldea el medioambiente"

"La posible lección para las culturas modernas es clara. Parecemos estar sufriendo de fallos en los vínculos afectivos, que se refleja en todo desde ratios de divorcio a crímenes sexuales, alcoholismo y abuso de drogas."
-James W. Prescott-


Hace unos años ya desde que leí este artículo, me impactó mucho y aún lo hace al leerlo nuevamente, sobre todo el pensar en los experimentos que tuvieron lugar por el psicoanalista Harry Harlow, en el precio que tuvieron que pagar estos pobres bebes monos, el sufrimiento programado, la alienación de afecto -que luego se comprobó- para darnos cuenta lo que está pasando en nuestra especie humana, la ALIENACION DE LA AFECCION



Harry Harlow, Jhon Bowlby, Mary Ainsworth, James y Joyce Robertson, Wilhelm Reich, Michel Odent y tantos otros que iniciaron el trabajo científico por descubrir los efectos devastadores que puede tener esta alienación de afecto en las criaturas humanas en su etapa primal.


Cada día hay más investigadores independientes -lamentablemente poco conocidos, poco publicitados- en distintos campos de la ciencia que vienen aportando cada vez más datos sobre las consecuencias terribles en la estructura cerebral (1) y sus repercusiones funestas en los individuos y por ende en la sociedad, debido a esta alienación de afecto que se ha hecho cultura y lamentablemente es la tendencia de nuestra civilización moderna robotizada.

Uno de estos grandes científicos es JAMES W. PRESCOTT, que desde hace décadas viene trabajando mucho por hacer conocer sus hallazgos, confirmando también otras investigaciones sobre los Orígenes de la Violencia Humana.


ALIENACION DE LA AFECCIÓN

Por James W. Prescott

Privados de sus madres, los monos de Harry Harlow (2) fueron algunas veces apáticos, algunas veces hiperactivos y dieron arrebatos de violencia. Criados en aislamiento, eran socialmente ineptos; frecuentemente se abrazaban a ellos mismos y se sacudían como los niños autistas.




Lo que Harlow no podía saber, al momento de sus dramáticos experimentos entre los años 1950s y 1960s, era que estos disturbios comportamentales fueron acompañados por daños cerebrales.

Los estudios mas recientes sugieren que durante los períodos de formación del crecimiento cerebral , ciertos tipos de privación sensorial –como la falta de contacto de piel y el mecer por la madre – resulta en un desarrollo incompleto o daño de los sistemas neuronales que controlan la afección (por ejemplo una pérdida de las ramas de las neuronas llamadas dendritas). Desde que los mismos sistemas influencian los centros cerebrales asociados con la violencia, en un mecanismo inhibidor mutuo, el niño privado de afecto podría tener dificultad para controlar los impulsos violentos cuando sea adulto.

De confirmarse, estos estudios podrían tener implicaciones profundas para las culturas humanas que crian a sus criaturas con bajos niveles de contacto de piel y movimiento. Las criaturas en estas sociedades podrían estar inhabilitados de experimentar ciertos tipos de placer –y estar predispuestos a la apatía y violencia.

Los disturbios, yo pienso, tienen sus orígenes en el sistema somatosensorio del cerebelo, el cual regula el sentido del movimiento y el balance (sistema vestibular) y el sentido del tacto.(sistema somestético). Mas que otros sentidos, como la vista y el oído, el tacto y el movimiento parecen directamente vinculados a las emociones como la afección. Y esta porción del cerebro es uno de los más susceptibles para “modelar” –cambios en la estructura neuronal- durante el desarrollo de los niños. En numerosos estudios los animales de laboratorio privados de estimulación táctil y movimiento han exhibido comportamientos anormales sociales y emocionales.

Harlow ha explicado que el comportamiento de sus monos es causado simplemente por el aislamiento social y no por la privación en una sensación específica, de los procesos neurobiológicos.

Yo comencé a sospechar que el sistema cerebelar-vestibular estaba involucrado después de un estudio por los psicoanalistas William Mason y Gershon Berkson, quienes reportaron que cuando una “madre sustituta” cubierta de ropa no meció a un mono infante, el síndrome de deprivación materna no se desarrolló. Para estudiar esta posibilidad, Robert Heath y Bernard Saltzburg de la escuela médica de la Universidad Tulane tomaron, a los monos provistos por Harlow, monos extremadamente violentos y criados con extremo aislamiento, registros electrofisiológicos, por medio de electrodos implantados, en las regiones cerebelar y limbica. Las señales bioléctricas provenientes de estos electrodos mostraron en pantalla descargas “pico” anormales, lo cual no se vio en monos normales. La presencia del pico también fue detectado por un único análisis de computadora de los registros EEG del cuero cabelludo de los mismas monos en las regiones cerebelar y limbico.

Se proveyó muchas evidencias del rol del cerebelo, en un estudio que hice con A.J.Berman y Doreen Berman del Hospital Administrativo de Veteranos del Bronx en Nueva York.

Utilizando dos de los monos violentos de Harlow, la cirugía de Berman removió parte de las capas exteriores del cortex del “cerebro viejo” (region paleocerebelar) en un mono y del “nuevo cerebro (región neocerebelar) en el otro. El mono con la lesión en el “cerebro antiguo” se convirtió mucho menos violento, mientras que el mono con la lesión en el cerebro nuevo no. Este resultado tiene sentido: el cerebelo del cerebro viejo conecta primariamente a los centros emocionales en el sistema límbico, mientras que la región del nuevo cerebro conecta primariamente hacia las estructuras neocorticales que regulan muy altamente los procesos cerebrales.

Mientras tanto, Austin Riese de la Universidad de California, Riverside, demostró que los monos criados en aislamiento exhiben mayor diferencia en las ramas de las células del cerebro del cortex somatosensorio y motor. Y en la Universidad de Illinois, Mary Floeter and Wiliam Greenough encontraron que los monos criados en colonias tuvieron mas ramas de celulas cerebrales en partes del cerebelo que los monos criados por Esther en aislamiento o en parejas.

De este modo, la influencia del medio ambiente parece ser impreso en la estructura del cerebro, el cual a su turno, moldea el medioambiente, (yo llamo a esta propuesta para estudiar “ecobiology” del comportamiento para distinguirlo de la socio-biología)

Además, los estudios cruzados culturales han establecido una relación significativa entre la afección física demostrada a los infantes humanos y los ratios de violencia en los adultos. En un estudio de 49 culturas primitivas(3), encontré que cuando los niveles de afección al infante son bajos –como entre los Comanches y los Ashanti- los niveles de violencia son altos; donde la afección fisica es alta –como entre los Maori de Nueva Zelanda y la Balinese- la violencia es baja. También encontré que las restricciones de afección premarital sexual estuvieron asociados a alta violencia.

La posible lección para las culturas modernas es clara. Parecemos estar sufriendo de fallos en los vínculos afectivos, que se refleja en todo desde ratios de divorcio a crímenes sexuales, alcoholismo y abuso de drogas.

La cultura depende de nuestra neurobiología, sin un medioambiente adecuado de afección física, una sociedad harmoniosa no podría ser posible.


Reprinted from Psichology Today
December 1979
James W.Prescott was formerly Health Scientist Administrator, Developmental Behaviohal Biology Program. National Institute of Child Health and Human Development, National Institute of Health.
March/April 1989

Traducido por la autora de este blog, versión original, inglés

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Notas:

(1) El psicoanalista Elliott Barker en la sección "El Cerebro" del curso "El Arte de ser padres", describe claramente como se produce el daño cerebral en las criaturas, por falta de afecto o maltrato.

(2) Harry Harlow fué un psicoanalista norteamericano que realizó experimentos con monos rhesus bebes, estudió el impacto del aislamiento y la privación de la madre, durante la etapa primal.

(3) Los estudios de James W. Prescott se confirmaron posteriormente al 100%. El bulletin: El placer corporal y los orígenes de la violencia, está publicado en su sitio web.

"La correlación entre la falta amor corporal en la infancia y la violencia fue mostrada por J.W.Prescott en 1975; así como la correlación entre el grado de libertad sexual en las mujeres (que está asociada al amor primario) y el grado de violencia. Este estudio se realizó en 49 pueblos no industrializados, obteniendo Prescott una correlación del 98 %; una posterior revisión del estudio de Prescott mostró que se había equivocado y que la correlación era del 100 %. Esto quiere decir que hay un cero por ciento de posibilidades de que un ser humano libidinalmente saciado desde el nacimiento sea una persona violenta. Esta correlación posteriormente se ha comprobado en términos neurológicos: por un lado, se ha comprobado que la formación del sistema neurológico desde las 14/16 semanas de gestación no está genéticamente pautada y depende de la relación libidinal con el entorno; y por otro, que la adaptación de este sistema en formación, puede o bien desarrollar la capacidad para empatizar o bien la capacidad para la indiferencia y para la crueldad, según el tipo de interacción de la criatura con su entorno. Así es como neurológicamente se ha probado también que un entorno de congelación libidinal desarrolla criaturas predispuestas para la violencia."(Casilda Rodrigáñez en La Degeneración de la raza humana por la pérdida de sus cualidades fundamentales)


Información relacionada:

Documental y Estudio sobre los Orígenes de la Violencia

Las cualidades de la criatura Humana

La Sexualidad Femenina

¿Instinto o deseo materno?

Proyecto Patriarcado

El paradigma de mujer

Consecuencias de la separación Madre-Bebe

Matricidio y estado terapeutico

Manifiesto para la recuperación de la maternidad

Eduquemos sin Violencia

sábado, 3 de abril de 2010

Las raíces del horror en la cuna



por Alice Miller


Hay, en todo dictador, asesino o terrorista, por más terrible que sea y sin ninguna excepción, un niño quien fue alguna vez gravemente maltratado, y quien, para sobrevivir, tuvo que negar totalmente sus sentimientos de completa impotencia. Pero esta negación radical del sufrimiento que soportó comportó a un vacío interior, y, en muchos de estos seres, una paro del desarrollo de la capacidad innata de compasión.

El destruir vidas humanas, incluyendo la de ellos mismos, reducido al estado de vació, no les ocasiona ningún problema.


Hoy en día podemos descubrir sobre las pantallas del ordenador las lesiones provocadas en el cerebro de los niños destruídos o privados de cuidados. Numerosos artículos de especialista de la investigación sobre el cerebro, entre otros de Bruce D. Perry, quien es igualmente pedopsiquiatra, nos aportan informaciones muy valiosas sobre este tema.


Contrariamente a lo que uno creía hasta una época reciente, nosotros no venimos a este mundo con un cerebro completamente formado: el se desarrolla durante los primeros años de la vida, y lo que uno le hace a la criatura en el curso de este período, en bien como en mal, deja frecuentemente huellas imborrables. Debido a que nuestro cerebro conserva la memoria corporal y emocional –aunque, lamentablemente! no forzosamente mental- de todo lo que nos ha sucedido. Si la criatura no tiene, a su lado, una persona capaz de ayudarle, el aprende a magnificar lo que ha conocido: la crueldad, la brutalidad, la hipocresía y la ignorancia. Porque el niño solo aprende por imitación, y no absorve lo que uno busca a inculcarle con bellas palabras bien intencionadas. Mas tarde, aquel que habrá crecido sin un apoyo de alguien que le de seguridad llegará a ser un instigador de masacres, muerte en serie, padrino de la Mafia o dictador, ejercerá –o contribuirá a ejercer sobre poblaciones enteras, una vez que el tendrá el poder, el mismo terror que el mismo conoció y sufrió en carne propia durante su infancia.